Hola, soy
yo, no sé si querrás leerme, si a estas alturas quedará algo de lo que he sido,
aunque espero que muchas cosas hayan cambiado. Puede que ahora mismo sea una
extraña para ti, pero hazme un favor: tómate unos minutos, hazte una taza de té
de esas que tanto te gustan, y escúchame, escúchate:
Llevas
años en las profundidades meciéndote con las corrientes y anhelando, mientras
acaricias tus frías escamas, todo aquello que ves desde aquí abajo. Todo se ve
tan brillante, tan…dorado. Aquí abajo solo se siente la oscuridad y el eco de
nuestros pensamientos, ya sabes lo mucho que estos te pueden perseguir cuando
no oyes nada más, cuando no quieres ver nada más… ¿Cómo será la vida ahí
arriba? A veces pienso que quizás todo sea una refracción, la magia del agua...
¿Y si las olas escondieran lo que hay ahí arriba en realidad? No puede ser, esa
luz…es tan real…Espero que tu hayas conseguido salir o, al menos, acercarte a
la superficie. Me imagino allí arriba, sintiendo el aire, los sonidos del día y
esos rayos de sol calentando mi gélida piel. Esa luz brillante…ese calor…¿Crees
que nos quieren allí arriba? A veces pienso que jamás podré subir, otras me veo
tan cerca…Pero, ¿a qué precio?, ¿mis escamas?, ¿mi voz?, no, mi voz no…mi voz,
¿cómo podría?…no, mi voz…¡nunca!
Es por ello que te
escribo, dime que no has perdido nuestra voz, tu voz, mi voz…Dime que sientes
los rayos de sol, la brisa, dime que los navegantes se quedan perplejos ante tu
belleza. Pero dime que estás ahí arriba cantando, y que las gaviotas te hacen
los coros. Que nadas libre y que la luz dorada la producen tus escamas al
contacto con el sol. Dime que cantas, dime que vives, que vives sabiendo quién
eres, que vives pensando en mi…