Mierda.

La primera vez que le vi pensé: "cuidado, esto te va a doler."
"Y tanto que va a doler", me dije mientas apretaba el botón del ascensor y escuchaba el sonido de la puerta que se cerraba tras de mi. 
Y, es que sabes que la has cagado cuando te quedas 5 minutos parada, sentada en el coche, sin atreverte a encender el motor que te devolverá de nuevo a la realidad. 


Como si fuera la última vez

No hay últimas veces. Con el tiempo te vas dando cuenta que aquella fue la última vez. El último ataque de risa, el último beso, la última noche. ¿Hubiera sido distinto de saber que era la última vez?
Seguramente no habría existido, porque las últimas veces no se constituyen, se viven. Y con el tiempo habrías deseado tener una última vez consciente. Haber reído más, besado más, alargado más la noche… Como si fuera la última vez. 


¿Qué más te dará a ti mi final sí ya no te importa nuestro principio?



La luz.

¿Por qué los mosquitos van hacia la luz que les consume? Me pregunto mientras me pierdo en el brillo de tus ojos mirándome desde la lejanía de la madrugada de un sábado noche...



Amores perros



"Bueno...Estando así las cosas, no te encariñes mucho de él."


Como si fuera un perro, como si se pudiera elegir a quién cogerle cariño. Ojalá decir que no se le tiene cariño alguien te hiciera quererle un poco menos, o se pudiera regalar el afecto así como así. Pero me gusta más que los perros, y mira que sonrío cada vez que uno me mira.


Me lo dije

Siempre hay un momento en el que percibo que, algo que aparentemente no, va a doler. Como las agujetas después de mucho, mucho, reír o la piel quemada después de una tarde de sol y brisa de mar. Y esto se con certeza que va a doler, o al menos escocer. Pero siempre he pensado que el dolor con certeza es menos dolor… ¿O es al revés?


Sirena

Hola, soy yo, no sé si querrás leerme, si a estas alturas quedará algo de lo que he sido, aunque espero que muchas cosas hayan cambiado. Puede que ahora mismo sea una extraña para ti, pero hazme un favor: tómate unos minutos, hazte una taza de té de esas que tanto te gustan, y escúchame, escúchate:

Llevas años en las profundidades meciéndote con las corrientes y anhelando, mientras acaricias tus frías escamas, todo aquello que ves desde aquí abajo. Todo se ve tan brillante, tan…dorado. Aquí abajo solo se siente la oscuridad y el eco de nuestros pensamientos, ya sabes lo mucho que estos te pueden perseguir cuando no oyes nada más, cuando no quieres ver nada más… ¿Cómo será la vida ahí arriba? A veces pienso que quizás todo sea una refracción, la magia del agua... ¿Y si las olas escondieran lo que hay ahí arriba en realidad? No puede ser, esa luz…es tan real…Espero que tu hayas conseguido salir o, al menos, acercarte a la superficie. Me imagino allí arriba, sintiendo el aire, los sonidos del día y esos rayos de sol calentando mi gélida piel. Esa luz brillante…ese calor…¿Crees que nos quieren allí arriba? A veces pienso que jamás podré subir, otras me veo tan cerca…Pero, ¿a qué precio?, ¿mis escamas?, ¿mi voz?, no, mi voz no…mi voz, ¿cómo podría?…no, mi voz…¡nunca!

Es por ello que te escribo, dime que no has perdido nuestra voz, tu voz, mi voz…Dime que sientes los rayos de sol, la brisa, dime que los navegantes se quedan perplejos ante tu belleza. Pero dime que estás ahí arriba cantando, y que las gaviotas te hacen los coros. Que nadas libre y que la luz dorada la producen tus escamas al contacto con el sol. Dime que cantas, dime que vives, que vives sabiendo quién eres, que vives pensando en mi…