De nuevo.

Siempre pensé que era fuerte, muy fuerte, quería pensar que no necesito a nadie, y no lo necesito. Nadie es irreemplazable excepto uno mismo. Siempre quise ser una de esas chicas rudas. Soy de las que no va a dejar que le ayudes a llevar las cosas, y de las que nunca te va a pedir un abrazo. No obstante, soy frágil. Puedo encajar el más duro de los golpes, puedo vivir con mil penas en mi espalda y, no obstante, derrumbarme con una palabra, un gesto, un beso...
Siempre he querido ser fuerte, pensado que lo soy, pero ahora se que no puedo ser fuerte si no soy frágil primero. Necesito quebrarme para poder recomponerme, romperme en mil pedazos, llorarlos a todos, para luego uno a uno volverlos a ensamblar, con las soldaduras más fuertes. El problema es que a mi parte fuerte le asusta la frágil, y a ésta le aterroriza la fuerte. De nuevo, el hombre y el lobo.

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