Porque hay veces en las que ganar, a largo plazo, significa perder.
Sinceramente,
prefiero perder y ganar, que ganar y perder. Y no, para nada es lo mismo. Lo segundo es una mierda, una verdadera putada. La primera opción
significa positividad, mientras estás bien jodida encuentras algo que supone
una pequeña victoria. Y en eso siempre me llevo la medalla de oro en una competición no reglada entre el corazón y la razón. En cambio,
cuando ganas y pierdes, a veces, el solo hecho del triunfo también implica una
derrota. Y luego viene la decepción.
Jamás me ha jodido tanto llevar la razón. Pero, joder, cómo me alegro de la razón que tenía... He cometido tantos errores que
al final me he convertido en uno de ellos. Y la palabra se me queda tan grande que
no sé por dónde empezar a abrazarla.
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